14. Juegos Infantiles I





A principios del siglo XIX las plazas nacieron como lugar de esparcimiento para la burguesía, principalmente porque eran las que tenían más tiempo libre, siendo la clase social privilegiada de por entonces. Rápidamente aparecieron espacios públicos para la clase obrera, hasta convertirse en polos diferenciadores de una ciudad, incluso hasta la primera mitad del siglo XX. Hoy día la plaza sólo puede concebirse como un lugar público, de acceso libre a todas las clases sociales, al menos en la teoría. 

La diferencia entre plaza y parque, muchas veces está supeditado al tamaño y no ciertamente a formar parte de un damero, ocupando una o dos manzanas de la ciudad, como se concebían en el siglo XX. Aún existe esa trama urbana, por supuesto, pero hoy día el espacio verde o público, busca integrarse en la cuidad de diversas maneras. Hoy no existe un modelo único, sino que se busca en su entorno más inmediato cómo debe ser para adaptarse al lugar.

De hecho, las plazas inicialmente nacen como un espacio de reunión, un ágora contemporánea que se adapta a las nuevas reglas de la ciudad. En las ciudades del Renacimiento podemos ver plazas ubicadas delante de edificios públicos e iglesias, evidentemente por la necesidad de contener un grupo de personas reunidas. Muchos son los modelos de plaza existentes que se entienden en el contexto en que fueron creadas. Hoy día una plaza o un parque deben contener una combinación de tierra, agua y aire con cierta armonía. Se crean espacios para la música, se piensa en terrazas para cafeterías y servicios públicos, además de lugares para contemplar la naturaleza, y una zona para familias, donde no faltarán los juegos de niños. 

Estos juegos, que en nuestra niñez nos contentábamos con un tobogán y un columpio, hoy día son verdaderas aventuras de supervivencia. Nuestras madres se asustaban porque nos tirábamos de "manera inadecuada" por el tobogán o incluso por nuestra insistencia en alcanzar las nubes con el columpio. Hoy día, ciertamente, cada juego de niños parece contener una trampa tras otra, pero ellos consiguen no hacerse nada.
Ahora nuestros juegos nos parecen muy inocentes al lado de las secuencias de ejercicios que encontramos hoy en los parques. ¿O será porque ahora somos nosotros los padres?



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